MAX AUB Y SU CRÍTICA SOCIAL

COSTA GONÇALVES, Luiza/UFPR.
JASINSKI, Isabel/UFPR (orientadora)


RESUMEN: Este artículo pretende hacer una reflexión en lo que se refiere al libro Campo Francés, de Max Aub, y su elaboración realista, a partir de un plano de fondo ficcional, que termina por resultar en una fuerte crítica social.

PALABRAS-CLAVE: Literatura Espanhola, Literatura de exílio, Max Aub, crítica social.


INTRODUCCIÓN:

Este trabajo es consecuencia de un largo estudio que realizo para una investigación científica orientada por la profesora Isabel Jasinski hace poco más de un año sobre Max Aub y su literatura producida en el exilio. Elegí para este trabajo el libro Campo Francés, el cual es uno de los seis libros de un compendio titulado El laberinto Mágico, compuesto por el autor en una fase muy especial de su vida, en la cual estaba determinado a ser testigo de los acontecimientos a partir de su vivencia en la Guerra Civil Española y de los primeros años de la II Guerra Mundial. No por nada, este autor singular es dueño de la famosa frase “No tengo derecho a callar lo que vi para escribir lo que imagino”, que enfatiza aún más su compromiso con lo social, principalmente cuando es para hacer una reflexión crítica.

Así, el personaje Julio y su vida con María será el principal objeto de análisis de este trabajo, de forma a mostrar a partir de eso todo el carácter de denuncia que el autor hizo en relación a la acomodación de las personas y la ignorancia gubernamental.


1. Un poco sobre el autor y su obra:

Max Aub, francés nato que, sin embargo, se consideraba profundamente vinculado a España, tanto que adoptó la nacionalidad española desde 1940, escribió Campo Francés en 1965, siendo este el penúltimo libro que compone una serie de obras sobre la Guerra Civil española, compuesta por seis libros y titulada El laberinto mágico. Ese trabajo hace parte de la segunda fase del autor, la cual nació a partir de su vivencia en la guerra. “Campo Francés” es una mezcla de teatro y novela, dos tipos de arte muy apreciadas por el autor que, además de haber sido un gran escritor de novelas, dirigió grupos teatrales tales como El Búho y Luis Llana Moret.

Aub alega que el libro es basado en una historia real, en la cual los únicos personajes inventados son los principales: Julio y su esposa, María. Ellos estarían inseridos en el contexto del éxodo republicano en dirección a Francia, al final de la Guerra Civil española, al lado de “los más débiles”, o sea, de aquellos que más sufrieron en la guerra.

2. La vida de Julio y la confusión de identidad:

Julio era un ciudadano que al principio era un inmigrante común que fue a intentar la vida en Francia, país de María. Tenía una tienda de radios y levaba una vida pacata con su esposa, que era aparentemente la única persona de la familia que estaba realmente presente en su vida. Las preocupaciones de la pareja no pasaban de las rutineras, hasta el día en que Julio fue detenido por el gobierno francés a causa de una confusión de identidad generada a partir de su hermano Juan Hoffman, que era considerado revolucionario y, por lo tanto, debería ser buscado por el gobierno: “Julio: A mí me van a soltar en seguida, se trata de una equivocación. Ya me sucedió otra vez. ¿Usted comprehende? Me confunden con mi hermano” (AUB, 1979, p.71).

A partir de este hecho, empieza todo el problema de confusión de identidad explicitada por la historia y Julio pasaría a ser uno más entre los presos que allí estaban a causa de los más distintos motivos, pero el principal era el de ser comunista y peligroso para Francia. Lo irónico era que Francia era aparentemente un país democrático y que, al revés de su hermano, Julio no tenía ninguna ideología política y todo lo que quería era continuar viviendo tranquilamente al lado de su esposa. Julio no tenía ningún partido político, así como no tenía pretensiones de luchar por ningún ideal. Quería solamente vivir un día después del otro, nada más que eso.

Él era el típico ciudadano alienado, que consideraba el gobierno justo a punto de creer que éste debería detener todos aquellos que fuesen considerados peligrosos para la sociedad. Lo que él no esperaba era que acabaría siendo uno de esos encarcelados y que el gobierno actuaría de una forma completamente injusta y ciega.

El personaje pasó por una especie de duplo azar: por un lado sufría con la confusión de identidad generada a causa de su hermano revolucionario y por otro lado sufría por una confusión de identidad consigo mismo en relación a su país de origen, tal como vemos en el fragmento siguiente:

Comisario: usted no sabe si es alemán, austriaco, húngaro o yugoslavo.
Julio: el consulado de Hungría no quiere reconocerme porque dejé pasar 5 años sin presentarme.
Comisario: luego usted no es Húngaro.
Julio: Sí, lo soy.
Comisario: No lo es. Comisario: usted ha estado en España en las brigadas internacionales.
Julio: No, señor.
Comisario: usted es poca cosa para engañarme. (AUB, 1979, p. 35)

Todo eso termina por generar una confusión de pertenencia que se agrava aún más cuando el personaje se encuentra en la prisión. Julio no sólo amaba Francia como también confiaba en el gobierno de este país al punto de, cuando fue preso por la primera vez, huir a fin de ver a su esposa, para después volver a presentarse a/en la prisión pensando que los carceleros fuesen entender que se trataba apenas de un gran equivoco, que luego sería sanado por el gobierno que él jugaba competente.

3. Los orígenes del protagonista y la política de su nueva morada:

Julio se olvidó totalmente de su origen (húngara) para vivir en Francia y eso hace pensar sobre lo que el filósofo José Gaos dijo sobre el hecho de que ni siempre el individuo es adaptado a su tierra nativa. Para este filósofo, existe la noción de dos patrias, una de origen que representa el lugar de nacimiento y, como tal, no representa una elección personal; y la segunda patria sería la de destino que no siempre coincide con la primera, pudiendo así ser elegida voluntariamente por la persona. Julio acabó por optar por vivir en su patria de destino y se olvidó de su patria de origen, a pesar de al fin pasar por una situación de exclusión en su patria de destino.

Incluso después de detenido, creyó por mucho tiempo que el gobierno entendería su derecho de libertad tal como su derecho de vivir como un extranjero contribuyente en el país. Eso termina mostrando una especie de confianza ciega que el personaje tenía en la justicia del lugar donde vivía. Muchas tentativas fueron hechas a fin de probar el equívoco, incluso después de su hermano entregarse y ser preso, Julio continuó en la misma situación. Vale destacar que la ignorancia del gobierno prevaleció tal como vemos en el fragmento siguiente: “Julio: No me tome el pelo. Soy humilde pero no tan tonto…lo que me saca del quicio es la imbecilidad. Si yo no soy mi hermano y si mi hermano se ha entregado: ¿qué estoy haciendo aquí?” (AUB, 1979, p.145).

El gobierno no tenía interés en hacer justicia, tampoco liberar a nadie. Hubo la puesta en práctica del estado de excepción del gobierno y los extranjeros pasaron a no tener más derechos. Ese acontecimiento nos remite a un cuestionamiento hecho por Giorgio Agamben, que dice que si el poder soberano puede proclamar el estado de excepción y así suspender legalmente la validez de la ley, el espacio de la soberanía es algo paradójico, porque el poder soberano somete a los otros sin estar sometido por nadie. Tal pensamiento nos hace cuestionar: ¿cómo podemos estar bajo a la ley y al mismo tiempo sin ella? ¿Cómo podemos apoyarnos en una ley que a cualquier momento puede dejar de ser válida? ¿Cómo podemos sentir la seguridad de estar apoyados en algo que al fin puede dejar de existir y terminar por convertirse en una utopía tal como el derecho del ciudadano?

Utopía porque no se puede sostener algo que al fin no está garantizado por nada ni nadie. Las leyes están siempre sujetas a cambios a partir de lo que el poder soberado considera interesante a su propio interés. Así, los ciudadanos viven en una paradoja que les hace pensar que pueden estar bajo una ley que al fin no abriga sus intereses como personas individuales que necesitan de seguridad para vivir. Fue exactamente esto lo que ocurrió con el personaje: se creía protegido por una ley que al fin no sólo no le protegió, sino que le perjudicó el camino de su vida.

4. Cuando la esperanza se transforma en desesperanza:

Al leer la obra, no es difícil percibir que la esperanza fue tema central en casi toda la historia. Por mucho tiempo la pareja parecía no creer que algo saldría mal y que Julio no sería libertado, visto que lo obvio podría ser fácilmente probado. No esperaban que el gobierno no entendiese algo tan simple como el hecho de que Julio no era Juan. Así, ellos acreditaban que al fin tendrían cierta protección gubernamental y no tardarían a volver a la rutina diaria en que vivían.

Sin embargo, con el paso del tiempo empezaron a percibir que no se trataba de un simple equivoco, sino de algo que no era de interés del gobierno reverter. Éste se preocupaba más en detener personas que en liberar los perjudicados, ya que gran parte de los presos, incluyendo Julio, serían más tarde trasladados para trabajar en África y terminarían por hacer parte de las negociaciones entre los dos países. Así, observamos la idea del hombre como objeto de negociación que beneficia a intereses personales de aquellos que están en el poder.

5. Un cambio de actitud: ¿resultado de una crítica social?

Después de muchos intentos fracasados y mucho confiar en un gobierno que era ciego y ignorante, la situación empezó a volverse cada vez peor y Julio pasó a no investir más en diálogos y actitudes pacíficas, y vio la fuga como su única salida: ya totalmente desesperado y sin esperanzas intentó huir a fin de iniciar una nueva vida. Pero lo que él no esperaba era que su libertad sería conquistada apenas con la muerte, ya que no conseguiría llegar a la otra margen del rio que intentó atravesar. A partir de eso, vemos la muerte como estado soberano en que se alcanza la totalidad del ser (BATAILLE, 1996) y que hizo que Julio finalmente se librase de algo que no era posible librarse en vida.

Poco antes de Julio haber intentado huir y morir, éste ya se estaba volviendo un nuevo hombre, de esta vez menos iludido con el gobierno y más consciente de lo que estaba ocurriendo en su vida, tal como podemos constatar en el fragmento siguiente:

Julio: Mira, yo no he estudiado, yo vine de mi pueblo a París hace más de 20 años. Me coloqué en una fábrica de aparatos eléctricos, ahorré un poco y con otro poco que pedí prestado me establecí cuando me casé. Esa es toda mi vida. Esa fue. No quería mirar alrededor y ahora me doy cuenta de que no se puede vivir sin pensar en los demás. ¿Eso es ser revolucionario? (AUB, 1979, p. 206)

El personaje se dio cuenta que llevar una vida individualista perjudicaba no solamente a él, sino que a toda una población y percibió que, solamente con la unión y la preocupación recíproca entre todos, sería posible conquistar lo que llaman de revolución. Así, el personaje que hasta entonces nunca había tenido rastros de revolucionario percibió que el intento de cambio tendría que partir principalmente de él, a fin de conquistar la libertad del otro, así como la suya, no por medio de la creencia en cosas externas, a las cuales él no tenía alcance. Al fin, lo lamentable fue que tal vez él haya percibido eso demasiado tarde, visto que no tardó mucho tiempo para morir en su último intento de fuga.

Lo interesante es que después da la muerte de su esposo, María, que también era una persona conformada y dividía con él la misma vida pacata, se vio obligada a cambiar de actitud y a revolucionar algo que sería la situación de pasividad, no sólo de ella, sino de todos aquellos detenidos que hasta entonces no se habían manifestado. Muchas veces María había intentado salvar a su marido, sin la ayuda de nadie, y esa posición individualista era la que ella estaba acostumbraba a tener hasta entonces. Sólo después acabó percibiendo que actitudes aisladas no tendrían tanta fuerza como actitudes unidas. Así, se unió a un grupo de mujeres con la intención de acabar con la imposición gubernamental que ya estaba insostenible. Fueron para el campo a fin de luchar no apenas a favor de la liberación de los encarcelados, como también contra lo que hubiera sido el colmo, mandar los hombres para África: “Mujeres (gritando): ¡Al desierto, no! Al desierto, no! Al desierto, no! / María: ¡Coged colchones y mantas! ¡A las alambradas!” ¡Las unas por aquí!” (AUB, 1979, p.255).

María consiguió la liberación de los detenidos, así como dio un gran paso en relación a su percepción de mundo, tal como observamos a seguir:

MARIA. Yo creía, como todas, que lo primero era nuestra tranquilidad: mi casa, el pan de cada día. Yo lo creía y alentaba a mi hombre en ese camino. Le aplaudía al oírle: ¿ para qué sirve la política? ¿Qué más da? ¡Que nos gobiernen como quieran! Si tú me quieres y yo te quiero, si no nos falta para el cocido y podemos ir al cine el sábado (...) y porque así lo creímos vino lo que ha venido. Por creer eso estamos donde estamos y él ha muerto. Si todas hu¬bieran gritado: ¡ Eso no! ¡Eso no!, todas a una ... No estaríais aquí, españolas, sino en vuestra tierra española, comiendo pan español, y oleríais el sudor español de vuestros hombres por la noche ... Y vos¬otras, alemanas, no habríais perdido el hábito de vuestros maridos, machacados en los campos alema¬nes, y vosotras, polacas, y vosotras, italianas, y nos¬otras, francesas, no estaríamos aquí, sino, a lo sumo, en donde fuera, luchando. Ahora se los llevan a África, para rnatarlos de calor y trabajo. ¡ Basta! ...¬¡ Basta! ¡No podemos perder más de lo que hemos perdido! Y aunque lo perdiéramos ¡qué más da! Lo poco que aún tenemos nos lo irán arrebatando. ¿Qué? ¿Dudáis? ¿Tenéis miedo? ¿No sois mujeres? Si éstos se van, rnañana se los llevarán a todos. ¡No más! ¡No más! (AUB, 1979, p.255).

Este trecho está lleno de crítica y hace un análisis que alcanza perceptiblemente la universalidad. Se trata de una crítica a la indiferencia, al individualismo, incluso a la ignorancia ante lo que ocurre en el mundo. Sugiere que para conquistar algo no es suficiente sólo querer, sino también actuar en pro de lo deseado. La unión entre los individuos de la sociedad y la constante percepción de lo que ocurre alrededor son actitudes fundamentales que ayudan a garantizar un futuro seguro así como un gobierno mejor elegido. Eso recuerda lo que dijo el propio Max Aub, citado en el comienzo de este trabajo: “No tengo derecho a callar lo que vi para escribir lo que imagino”. Así, queda claro el compromiso y la intención revolucionaria del autor de intentar promover cambios a través de las palabras.

6. Max Aub, su creencia en el papel del intelectual y posibles relaciones con su obra:

Aub creía en el papel del intelectual en la orientación de las masas. Idea que también es compartida por su compañero Francisco Ayala por influencia de José Ortega y Gasset, fundador de la Revista de Occidente, en la que Aub y Ayala eran colaboradores. Esta revista difundía el pensamiento de intelectuales y artistas de distintos países europeos con el intuito de abrir el horizonte crítico español.

En su texto Para quien escribimos nosotros, Ayala refuerza la importancia del escritor diciendo que éste no debe ignorar la realidad, sino escribir sobre ella, pues esta actitud sería capaz de generar algo constructivo y colaborativo en relación a las masas. Para él, la experiencia del exilio, a pesar de muchas veces tormentosa, fornece al escritor una experiencia que puede y debe ser compartida por muchos a partir del vehículo de la palabra (libros, artículos etc.), debido al hecho de su proyección potencialmente ilimitada. Era exactamente esta idea que Aub tenía: no quería quedarse apenas en la ficción, mientras podría compartir su experiencia en las guerras e intentar hacer cambios de mentalidad social a través de la escrita.

Es importante resaltar que hay fuertes semejanzas entre Max Aub y el personaje Julio. Eso se explica debido al carácter parcialmente realista de la obra. Así como Julio, Aub fue exiliado en Francia y detenido por ser considerado comunista. Aub también pasó por los campos de Vernet y por el estadio de Roland Garros, lugares los cuales también hicieron parte de la trayectoria de Julio en la novela. Incluso África, lugar para el cual Julio sería deportado, hizo parte de la historia real de Max Aub: en 1941, éste fue deportado para a Argelia, donde pasó hambre y soledad.
Por lo tanto, el autor termina por hacer de “Campo Francés” un libro como resultado de su vivencia, el cual tuvo un carácter de denuncia a partir de la creación de una pareja de personajes que representan la indiferencia frente a todo lo que no incide directamente en sus vidas. Representan las personas que creen que el hoy no va a cambiar el mañana y que la indiferencia ante el resto del mundo no puede perjudicarlas futuramente. Tanto María como Julio sólo se convirtieron en personas preocupadas con la vida del otro cuando casi todo estaba perdido y percibieron que actitudes aisladas no bastarían para conquistar una vida mejor.

A partir de esa constatación, ellos se han convertido en actores claves de su propia historia, así como de la del otro, y dejaron de ser personas que sólo observaban el sufrimiento sin nada hacer y que confiaban en la suerte individual para convertirse en personas activas en relación a una causa. Al fin, se convirtieron en símbolos de una causa: Julio, ya que murió mientras trataba de escapar de un sistema injusto, y María, porque lideró una revolución de mujeres en el campo.


CONSIDERACIONES FINALES:

Es fácil percibir el gran cambio que la pareja sufrió a lo largo de la historia. Aub trabajó a través del contraste a fin de provocar una especie de “choque final” en su obra. Creó personajes extremadamente conformados para después, al final de todo, cuando ya casi no había esperanza, convertirlos en personas capaces de luchar por un ideal y por una vida mejor. Eso está relacionado con el comportamiento de naturaleza humana, por el cual constantemente el ser humano intenta quedarse acomodado lo máximo que puede e incluso se deja perjudicar por pensar que el otro puede cambiar su vida sin que él mismo haga algo directo por eso. Es solamente cuando percibe que está sangrando demasiadamente y llegando a su límite que finalmente empieza a percibir que los grandes cambios exigen la participación de todos.

El autor también muestra que los cambios pueden partir incluso del lado femenino, que es muchas veces visto como el más débil, y que este mismo lado es capaz de juntarse a otros igualmente débiles a fin de construir una fuerza mayor y reclamante capaz de derrotar el lado que hasta entonces era el soberano. Así ocurrió en el libro: los aparentemente más débiles se juntaron a fin de librar parientes, amigos, incluso desconocidos, del sufrimiento causado por un gobierno injusto con el objetivo final de reconquistar la libertad hasta entonces perdida.

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